
Una retroexcavadora que funciona con hidrógeno trabaja para unir las dos orillas del Támesis
Durante décadas, las grandes máquinas de obra —excavadoras, grúas, camiones— han sido sinónimo de diésel, ruido y humo negro.
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Eso, podría no ser así a partir de ahora.
Una excavadora que no quema diésel
En el Reino Unido, acaba de comenzar a trabajar la primera retroexcavadora del mundo que funciona con hidrógeno. Y no en cualquier sitio: lo hace en el ‘Lower Thames Crossing’, un megaproyecto vial de 9.000 millones de libras que unirá las dos orillas del río Támesis, al este de Londres.
La máquina es una retroexcavadora JCB, equipada con un motor de combustión que usa hidrógeno en lugar de gasóleo.
Nada de baterías ni cables: el motor es prácticamente igual a uno diésel, pero lo que entra en el depósito es hidrógeno comprimido, y lo que sale del tubo de escape es vapor de agua.
El despliegue lo lideran: Skanska, una de las constructoras más grandes de Europa, Flannery Plant Hire, que aporta la máquina, y Ryze Hydrogen, encargada de suministrar el combustible.
Todo bajo la coordinación de National Highways, el organismo público británico que quiere que esta obra sea neutral en carbono.
Y lo están logrando: según datos de Highways Magazine, en solo las primeras semanas de operación esta excavadora ya evitó más de una tonelada de CO₂ respecto a usar diésel.
¿Por qué es aquí tan importante el hidrógeno?
La electrificación funciona muy bien en coches, furgonetas o autobuses urbanos.
Pero ¿Qué pasa con las máquinas que pesan decenas de toneladas, trabajan 12 horas seguidas y no pueden “enchufarse” fácilmente?
Ahí es donde entra el hidrógeno: es ligero, almacena mucha energía y se puede repostar en minutos.
Por eso se perfila como una alternativa eficaz para descarbonizar maquinaria pesada, transporte de larga distancia y barcos.
En el caso del Lower Thames Crossing, el objetivo es eliminar por completo el uso de diésel en 2027, usando una mezcla de hidrógeno verde, electrificación y biocombustibles.
Así quieren demostrar que una gran obra puede construirse sin emisiones.
No todo es fácil, pero ya se mueve
Quedan retos, por supuesto:
- El hidrógeno aún es caro si se compara con el diésel.
- Falta infraestructura: hacen falta estaciones móviles para repostar en obra.
- Y todavía hay que probar la durabilidad de estos motores en condiciones extremas.
Pero esta excavadora demuestra que el cambio es posible, y que la tecnología ya está lista para salir del laboratorio.
Un respiro para el planeta
El uso de maquinaria pesada impulsada por hidrógeno renovable no solo reduce las emisiones directas de CO₂: también elimina partículas contaminantes y óxidos de nitrógeno (NOx) que afectan la calidad del aire y la salud de las personas que trabajan o viven cerca de las obras.
En obras urbanas o proyectos de infraestructuras, esto supone un gran impacto positivo a nivel medioambiental.
Además, al alimentarse con hidrógeno verde —producido a partir de electricidad renovable—, estas máquinas pueden funcionar sin dejar apenas huella de carbono. Es un paso hacia un modelo de construcción más limpio, donde las infraestructuras del futuro no solo conecten territorios, sino también sostenibilidad con progreso.
No olvidemos que a nivel global, el sector de la construcción/edificación es uno de los más relevantes en términos de emisiones, siendo claramente responsable de entre un tercio y casi el 40 % del total de CO₂ emitido.
Un símbolo del cambio en el transporte pesado
Este proyecto no solo mueve tierra: mueve la frontera de lo posible.
El hidrógeno no es solo cosa de coches futuristas, sino también de máquinas pesadas, grúas, trenes o barcos que hoy son responsables de gran parte de las emisiones globales.
Ver una excavadora alimentada con hidrógeno cavando bajo el Támesis no es un simple avance técnico.
Es una imagen de futuro: el momento en que las obras, el transporte y la energía empiezan a hablar el mismo idioma.
Créditos imagen: National Highways