
Cuando el residuo se convierte en oportunidad: Alcarràs Bioproductors
Biopolígonos: generando valor a partir de residuos orgánicos renovables
En el corazón del Segrià (Lleida), 150 familias propietarias de 160 explotaciones agrarias y ganaderas, han demostrado que la bioeconomía no es solo un concepto teórico ni una moda pasajera, sino una realidad tangible capaz de transformar el territorio. A través de la SAT ‘Alcarràs Bioproductors’, han logrado convertir un problema histórico —la gestión del purín y otros residuos agroganaderos— en una oportunidad económica, social y medioambiental.
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Su historia es un ejemplo inspirador de cómo la unión, la innovación y la visión de futuro pueden dar vida a un modelo circular que aporta valor a todos.
De problema ambiental a oportunidad colectiva
Durante años, la gestión de los residuos ganaderos en la comarca generó tensiones, competencia por tierras y preocupaciones ambientales. La solución llegó con un paso valiente: la compra conjunta de una finca de 18 hectáreas en Alcarràs, donde concentrar y transformar los residuos en recursos.
En 2022 arrancó la primera gran infraestructura: una planta de compostaje que hoy procesa más de 35.000 toneladas al año de estiércol, restos de poda y residuos municipales. El resultado: un compost orgánico de alta calidad que se comercializa a nivel local, nacional e incluso internacional.
Este fue solo el primer paso hacia un ecosistema de bioeconomía local.
‘Alcarràs Bioproductors’ es un proyecto sistémico que integra elementos diversos del territorio —agricultores, ganaderos, administración, innovación, industria y servicios— para funcionar como un sistema conectado.
Una planta de biogás con mirada al futuro
La siguiente gran apuesta ha sido la construcción de una planta de biogás, con una inversión de más de 3 millones de euros, financiada en un 75 % con apoyo del Institut Català de Finances (ICF) y con fondos europeos Next Generation.
Gracias a esta instalación, se podrán tratar hasta 56.000 toneladas de deyecciones ganaderas cada año. En una primera fase, la planta producirá electricidad, reduciendo los costes energéticos de las explotaciones socias y contribuyendo a la descarbonización del sector.
Pero la visión va más allá: el objetivo es producir biometano en el futuro, un gas renovable con un valor añadido mayor, que puede inyectarse a la red y sustituir combustibles fósiles en transporte, industria o calefacción.
El nacimiento de un “biopolígono”
Lo más interesante es que Alcarràs Bioproductors no se ha conformado con una planta de compost y otra de biogás. Han entendido que la clave está en aprovechar cada flujo y cada subproducto para generar nuevas oportunidades.
En torno a la finca ya se están proyectando iniciativas que completan el círculo:
- Una planta de biochar, que mezcla carbón vegetal y compost, creando un biofertilizante de alto valor.
- Una granja de larvas, que se alimentarán del digestato (residuo del biogás) para producir proteínas destinadas a piensos y otros usos.
- Una planta de proteína alternativa, respaldada por la Generalitat de Catalunya, que se integrará en este ecosistema circular.
Estamos, en definitiva, ante un auténtico polígono de bioeconomía rural donde nada se desperdicia: lo que para unos es residuo, para otros es materia prima.
Estamos ante el primer biopolígono de nuestro país. Un biopolígono es un polígono industrial pensado para la bioeconomía: empresas que comparten espacio e infraestructuras para aprovechar residuos orgánicos (agroganaderos, forestales o alimentarios) y transformarlos en energía renovable (biogás/biometano), biofertilizantes y bioproductos de mayor valor, conectándose entre sí como en una simbiosis industrial: lo que para una empresa es residuo, para otra es materia prima.
En España el concepto está despegando y Cataluña impulsa tres biopolígonos piloto:
Alcarràs (eje agroganadero y de bioproductos), Balaguer (energía y química verde) y Alguaire (movilidad limpia e hidrógeno).
Impacto social, ambiental y económico
El caso de Alcarràs Bioproductors es ejemplar porque su impacto va mucho más allá de lo técnico o lo empresarial:
- Económico: reducción de costes energéticos, diversificación de ingresos, atracción de inversiones y generación de empleo local.
- Ambiental: menos emisiones, menos riesgo de contaminación por purines, sustitución de combustibles fósiles y fomento de la economía circular.
- Social: cohesión entre familias ganaderas, aceptación vecinal, innovación compartida con universidades y centros de investigación, orgullo comunitario.
Se trata de un modelo que demuestra que la transición energética y la bioeconomía pueden ser justas, locales y participativas.
Un ejemplo a seguir
El proyecto de Alcarràs Bioproductors muestra el camino hacia una nueva forma de entender la economía rural: aprovechar lo que ya existe, cooperar entre pequeños productores y apostar por la innovación para generar riqueza compartida.
La bioeconomía no se construye solo con grandes planes europeos o macroinversiones: también se teje desde lo local, con iniciativas que nacen del territorio y responden a sus problemas reales.
Para ver con subtítulos en español
Mesa redonda organizada por Hub Sabadell Empresa sobre Biopolígonos